Fundadores

No sólo basta querer a los niños sino que ellos noten que se les quiere

El nombre oficial de la Congregación en la Iglesia es el de HERMANAS DEL SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA, nombre recibido de sus Fundadores y reconocido en Francia por Decreto de Napoleón III el 12 de Diciembre de 1852. La Congregación se había fundado unos años antes, el día 3 de Diciembre de 1839, en Quillán, un pueblecito del sur de Francia que un 14 de julio de 1809 ve nacer a Luis Antonio Ormières, en el seno de una familia oriunda de Limoux, establecida más tarde en Quillán y en la que vive de un pequeño comercio.

Su mirada es la propia de quien está a la escucha de Providencia, fijándose en los más abandonados de la sociedad. Su existencia es como un espejo que refleja el Don de Dios en la sencillez, el desprendimiento, la disponibilidad y el amor.De los pobres y de su familia aprende Luis Antonio Ormières la canción del despojo y con ellos da sentido a las bienaventuranzas.

Luis Antonio Ormières fue un sacerdote cuyo perfil espiritual emerge desde la experiencia de una Gracia que siempre es eclesial. Fue esa la elección que Dios hizo para él. Entender la propia existencia como un don, cuya dimensión está marcada por los dones que los demás reciben. Por eso supo comprender que todo era manifestación del Espíritu para provecho común, creación de Dios, que obra todo en todo.

El padre Ormières, preocupado desde hacía mucho tiempo por la falta de buenos maestros para la juventud en los pueblos pequeños, se había consagrado a la enseñanza desde sus primeros años. Quería enseñar sin ruido y con su propia experiencia los medios más adecuados para este fin: extender los beneficios de una buena educación por todos los lugares que no tuvieran recursos suficientes.


Padre Luis Antonio Ormières


Sacerdote de la Diócesis de Carcasonne. Se distinguió por su sencillez, humildad, confianza en la Providencia, espíritu misionero, y amor a la Iglesia.

Destinadas a educar a la juventud y a formar miembros vivos de este cuerpo místico, cuyo jefe está coronado de gloria en los cielos, debemos estar penetradas de la importancia de nuestra misión y pensar seriamente en los medios para cumplir bien…

La enseñanza es un verdadero apostolado, un segundo sacerdocio. Nadie, se atribuya a sí mismo este honor. Es preciso ser llamado por Dios. Los que hayan enseñado a muchos el camino de la justicia, brillarán como estrellas portoda la eternidad. P.O.


Madre San Pascual Lavrilioux


Juliana Josefa María Lavrilioux nació en Josselín -cabeza de partido del cantón de Morbihan- el 4 de enero de 1809. El deseo de no vivir la gracia de Dios en vano impulsó a Juliana Mª, Madre San Pascual, a salir camino de Quillán. Junto con el Padre Ormières, en este pueblecito del sur de Francia, comienza una pequeña escuela para niños pobres.a)

Desde muy joven consagra su vida al Señor en la Instrucción Cristiana de Saint Gildas de Bois -La Bretaña-, para pasar, junto con Ormières, a ser Fundadora de la Congregación de Soeurs de l’ Ange Gardien o Hermanas del Ángel de la Guarda

La bondad era la clave de todo el modelo educativo. En torno a ella giraba toda relación con las alumnas. Siempre repetía: Dulzura y firmeza. Nunca se da la verdad sin el amor, ni el amor sin la verdad. Había que educar para la sociedad.

Respetando las cualidades de las alumnas, las escuela debía preparar para que desempeñaran el papel que la Providencia les hubiera deparado en el mundo. En tiempos de intolerancia, se proponía a las hermanas asumir su misión educadora, definida como -escuela de respeto- a Dios y a sus semejantes. Su presencia entre las Hermanas fue un don. El P. Ormières la consideraba “Ángel visible” de los ángeles visibles que eran sus hermanas.